¿QUÉ ES LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como ruido cualquier sonido superior a 65 decibelios (dB), dicho ruido se vuelve dañino si supera los 75 dB y doloroso a partir de los 120 db. En consecuencia, esta organización recomienda no superar los 65 dB durante el día e indica que para que el sueño sea reparador el ruido ambiente nocturno no debe exceder los 30 dB.
Más de 1000 millones de personas de edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos, lo que puede acarrear consecuencias devastadoras para su salud física y mental, educación y perspectivas de empleo.
¿CÓMO AFECTA A LAS PERSONAS?
La contaminación por ruido tiene una serie de efectos sobre las actividades y la salud de la gente, por ejemplo:
• Interfiere en la comunicación y ciclos de sueño.
• Impide que nos concentremos y nos relajemos.
• En casos extremos, el ruido excesivo puede provocar enfermedades auditivas, nerviosas y cardiovasculares.
Dichos efectos están en función de la intensidad, las frecuencias emitidas y cuánto nos exponemos a la contaminación acústica.
SOLUCIONES:
Para mejorar la situación de la contaminación auditiva o acústica se deben tomar algunas medidas que pueden ser aplicadas por todos los ciudadanos, con la finalidad de mejorar la calidad de vida.
Por ejemplo, se debe evitar hacer ruidos innecesarios en las tareas del hogar o del trabajo; se recomienda controlar el cierre de las puertas, así como también evitar martillar en las horas nocturnas. También se exhorta a preferir la bicicleta antes que cualquier otro vehículo, siempre que sea posible.
Es necesario que los vecinos respeten el horario de descanso de los demás, especialmente si se habita en edificios o bloques. Además, se debe evitar oír la música y la televisión a elevados volúmenes, puesto que pueden perjudicar los oídos de los miembros de la casa.
A su vez, es recomendable no utilizar fuegos artificiales, ya que estos no solo perjudican a los seres humanos, sino también a aquellos animales que tienen el órgano auditivo mucho más sensible, como los perros o los loros.