El 11 de Agosto del 2021, la Comisión Nacional del Agua publicó en el Diario Oficial de la Federación, el “Acuerdo de inicio de emergencia por ocurrencia de sequía severa, extrema o excepcional en cuencas para el año 2021”. Esto no es nada nuevo; históricamente, este estado de emergencia se ha presentado cada año desde el 2015, por periodos de hasta 14 meses. Así mismo, con frecuencia son declaradas como desastre natural, la presencia de sequía severa, principalmente en los estados del norte como Chihuahua, Sonora, Durango y Sinaloa, afectando las actividades económicas agrícola, acuícola y pesquera. La sequía se refiere a una escasez temporal de agua, en comparación con condiciones normales, y es un fenómeno que ocurre frecuentemente en México por diversos factores. Uno de ellos, es su ubicación geográfica, lo que provoca que una gran porción del territorio se clasifique como árido o semiárido; estas zonas presentan naturalmente baja precipitación pluvial durante todo el año. Los factores humanos exacerban también el fenómeno de sequía; en primer lugar, tenemos las actividades agrícolas y ganadería, que consumen más del 70% de agua a nivel nacional. Un 14% corresponde al abastecimiento público; es decir, el agua que utilizamos en nuestros hogares para consumo y servicios sanitarios. El aumento en la demanda por el crecimiento de población y una gestión ineficiente del recurso en las grandes urbes hace que se clasifiquen como ciudades con alto estrés hídrico; es decir, la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible. El Monitor de Sequía de América del Norte (NADM) define Sequía Extrema como aquella que origina pérdidas mayores en cultivos y pastos, el riesgo de incendios forestales es extremo y se generalizan las restricciones en el uso del agua debido a su escasez. El cambio climático es un detonante para la presencia de emergencias por sequías extremas; si bien como mencionamos anteriormente, las sequías son un fenómeno natural y común en nuestro país, el aumento de la temperatura global genera que las sequías severas y extremas sean cada vez más frecuentes y duren más tiempo, generando que los periodos de lluvias escasas no sean de un par de años, sino de varias décadas. El agua es un elemento vital para los seres vivos, por lo que su escasez trae graves consecuencias tanto económicas como ambientales y de salud pública. Por otro lado, una sequía extrema también puede afectar considerablemente a los ecosistemas, generando erosión y pérdida de suelos, y afectaciones a la fauna y el paisaje. En México, las consecuencias de las sequías son hoy en día palpables. En Nuevo León, fue declarada emergencia por sequía extrema en febrero del 2022, implementando medidas drásticas de ahorro como cortes programados de servicio de agua potable en toda la zona metropolitana. Quizá esta situación pueda ayudar a la población a dimensionar lo importante que es este recurso, y todo lo que implica que nos llegue agua potable a nuestros grifos. Sin embargo, no solo es necesario educar a la población sobre el ahorro y manejo eficiente en el hogar, también se requiere la implementación de políticas públicas para mejorar la infraestructura de distribución, optimizar los sistemas agrícolas y ganaderos, y regular la explotación del recurso en el país. |