En México existen seis especies distintas de tlacuache (Didelphis spp.), siendo las especies Didelphys marsupialis y Didelphys virginiana aquellas con mayor presencia en el territorio nacional. Desafortunadamente, las seis especies de este marsupial corren un inminente riesgo de muerte por diversas razones, teniendo como consecuencia la disminución de su población. Por lo anterior, es necesario enfatizar en el gran valor cultural y ecológico, así como la importancia de preservación del tlacuache en nuestro país.
En México, han circulado durante cientos de años diversas creencias y mitos en torno al tlacuache, figurando como animal mitológico entre los pueblos prehispánicos; su nombre común proviene del náhuatl “tlacuatzin” (tla = fuego; cua = mordisquear, comer; y tzin, chico) que significa “el pequeño que come fuego”.
Entre las culturas prehispánicas, el tlacuache parece tener fama de ladrón que ejecuta sus robos principales en el opulento Mictlán (“el lugar de los muertos” en náhuatl) y que puede robar lo que le dé la gana con su cola prensil y sus manos poco comunes entre el reino animal. Según las leyendas de estos pueblos, el tlacuache fue un valiente animal que se acercó al campamento donde los gigantes de la montaña celosamente resguardaban el fuego; rodó hasta la hoguera, metió la cola y logró escapar con la flama. Así, el fuego llegó a manos de los humanos, quienes en varias ocasiones habían intentado acceder al fuego sin éxito.
Aunque no se ha podido definir cuándo se empezó a relacionar la figura del tlacuache con estas hazañas, su representación en restos arqueológicos es un testimonio de su importancia cultural. En la región zapoteca, por ejemplo, se han encontrado representaciones que permiten afirmar su estatus como animal divino. Además, en las inmediaciones de Teotihuacán, aparecieron moldes de pequeñas figuras del tlacuache, que posiblemente eran adheridas a figuras de culto.
Hoy en día, además de depredadores más fuertes y veloces que ellos (comúnmente mapaches o aves rapaces), el ser humano es responsable de gran parte de la gradual disminución de la población de tlacuaches. Lo anterior gracias a prácticas ancestrales heredadas, pues hay quienes creen que tienen poder místico y los usan para rituales de brujería, o como auxiliar en remedios de medicina tradicional al creer que su sangre puede curar enfermedades como el asma y dolores reumáticos.
Desafortunadamente, la creencia de su valor místico no es la única razón de su desaparición, ya que el tlacuache ha sido acusado de ser una plaga urbana, ignorando totalmente los beneficios ecológicos que brinda este marsupial. Por lo anterior, resulta necesario desmitificar creencias dañinas e informar que el tlacuache, además de su valor cultural, desempeña un papel importantísimo en el ecosistema.
Al ser un animal omnívoro, puede alimentarse de insectos, alacranes, y serpientes, (por ser resistente a su veneno). Claro ejemplo de que el tlacuache es un excelente auxiliar en el control de plagas y vectores, es su habilidad de consumir hasta el 95% de las garrapatas que cruzan su camino, lo que representa la ingesta de hasta 5,000 garrapatas durante el verano, teniendo como consecuencia una menor probabilidad que los humanos y sus mascotas contraigan enfermedades como Lyme y Ehrliquiosis.
Además, su dieta incluye restos de comida y frutos caídos de los árboles. Esto permite que se aproveche gran cantidad de nutrientes, se favorece la dispersión de semillas, el crecimiento de árboles y la fertilización del suelo.
Por si fuera poco, el tlacuache es capaz de consumir pequeñas aves y mamíferos muertos, eliminando así potenciales fuentes de enfermedades a través del consumo de carroña, típicamente colonizada por bacterias y gran cantidad de toxinas.
Como pudiste leer, el tlacuache es un animal que además de su labor ambiental, ha sido venerado y admirado por los pueblos prehispánicos por sus peculiares características. Es hora de reconocer la importancia de preservación del tlacuache en México y dejar de verlo como un molesto visitante de nuestros hogares.