
El estrés hídrico se refiere a la situación en la que la demanda de agua supera la disponibilidad de este recurso en una región, lo que puede resultar en escasez y conflictos por el acceso a agua potable. Este fenómeno es causado por factores como el aumento de la población, el cambio climático y la contaminación de fuentes hídricas. Las consecuencias del estrés hídrico son graves, afectando la agricultura, la salud pública y los ecosistemas. Para mitigar este problema, es crucial implementar prácticas de gestión sostenible del agua, promover la conservación y fomentar la cooperación entre comunidades y países en la gestión de recursos hídricos.
Prácticas que se deben evitar:
- La falta de monitoreo del consumo de agua de manera frecuente
- La ausencia de metas claras de reducción del consumo de este recurso
- Los errores o ausencia de calibración y/o verificación de los medidores de agua
- El carecer de procesos de detección y atención de fugas
- El usar agua potable o fresca para tareas no esenciales
Buenas prácticas:
- Realizar un balance hídrico para conocer todos los puntos de entrada y salida
- Evaluar opciones de reúso y reciclaje
- Recoger agua de lluvia para riego, lavado o sanitarios
- Instalar dispositivos para reducción de flujo en lavabos o regaderas
- Plantar especies locales en lugar de césped para disminuir consumo de agua