Cada 10 de octubre, en todo el planeta se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, con objetivos como crear conciencia sobre su importancia, sensibilizar a la población y a los gobiernos e impulsar estrategias para la adecuada detección y atención de los problemas mentales.
El miedo, la incomprensión y los prejuicios contribuyen al estigma, la exclusión social y la discriminación que ocurre alrededor de las personas que viven con condiciones de salud mental. Puede ocurrir con los amigos o miembros de la familia y en todos los ámbitos de la vida: en el hogar, la escuela, el lugar de trabajo y en el hospital, tanto en entornos rurales como urbanos. Recuperarse de las condiciones de salud mental es posible. Sin embargo, el estigma y la discriminación se interponen e impiden que las personas busquen y obtengan la ayuda y la atención que necesitan en el camino a la recuperación.
Estigma es una marca que excluye a una persona de las demás y que disminuye su valor en el grupo social al que pertenece. También se refiere a la actitud y los comportamientos negativos hacia las personas con problemas por consumo de sustancias y de salud mental. El estigma en sí mismo puede ser más duradero y poner en peligro la vida más que la condición de salud mental.
La discriminación es una acción o decisión que amenaza a una persona o a un grupo de personas de forma diferente y que puede estar basada en la raza, el orgien nacional o étnico, el color, la religión, el sexo, la edad o la discapacidad física o mental. Las personas que viven con una condición de salud mental que sufren discriminación también encuentran barreras en la búsqueda y el mantenimiento de trabajo, una vivienda segura y servicios de atención médica. También tiene un impacto en la interacción social con los miembros de la familia, amigos y con la comunidad.